miércoles, 24 de diciembre de 2014

Blanca Navidad

La estampa no podía ser más festiva en chez Reymond. Las decoraciones navideñas invadían el pasillo como minas en las selvas de Vietnam y la mesa estaba abarrotada con los platos que infinitamente traía y recogía la abuela Nani y vasos de sidra a medio beber mientras los niños correteaban inquietos por toda la casa. El áspero perfume del puro de abuelo Ramón había impregnado las paredes con la ferocidad del napalm, y en combinación con su colonia rancia, parecía que a uno le daban un puñetazo en las fosas nasales cada vez que respiraba a su alrededor. Su esposa, en contraposición, se acicaló con esa fragancia que parece que toda mujer mayor de 60 años tiene y evoca el aroma de las velas de una iglesia. 

Sofía había protestado todo el día fútilmente para intentar librarse de esa ceremonia irritante tan autóctona de las clases medias, aunque ahora que estaba allí no se sentía tan mal. Ella jamás lo reconocería en alto, pero le gustaba esa gente al fin y al cabo eran su familia. Abuela Nani se acercó a ella con la sutileza de un experto ladrón e introdujo un billete en su bolsillo como un camello pasando droga y la susurró con una sonrisa pícara:


-Ahórralo, para que vayas con tus amigas a comprar ropa -Sofía solo respondió con una pequeña risa aprobatoria y deslizó su mirada hacia sus pantalones <<¡20 euros! Podrás decir lo que quieras de ella, pero esta viejilla se porta>>. Hizo ademán de abrazarla, pero ella ya se estaba yendo con toda la prisa que la vejez le permitía a la cocina. Quería a su abuela, ¿cómo no hacerlo? Pero era una mujer demasiado rudimentaria, su vida se había limitado a la cocina y el cuidado de sus descendientes como una buena hormiga al servicio de la evolución. No tenían mucho de lo que hablarse mutuamente, Sofía soñaba con irse a América, quería llegar a ser una cantante como Regina Spektor y Lorde y todas esas mujeres que le encendían la lumbre de su inspiración y pasar la vida llevando mil y un turistas a su cama.

Claro que todo eso no dejaba de ser un sueño, en sus perspectivas de futuro más austeras se imaginaba trabajando aquí y allá para mantener un piso en alguna zona urbana y un gato que la ignoraría. Pero jamás, jamás de los jamases caería en el insensato pecado de atarse a otra persona para aliviar la vejez. ¿Qué le pasaba a todo el mundo? <<¡Echadle un par de huevos y morid solos!>> solía pensar al ver a esos matrimonios quincuagenarios hastiados el uno del otro. 

Justo entonces pasó por la puerta la prueba empírica de su teoría. 
-¡Te costó llegar eh, yerno! Tu hija vino caminando desde Cruz de Piedra y lleva aquí media hora -recriminó el abuelo Ramón a papá con un mal fingido tono desenfadado mientras se acercaba a recibirles.
-Feliz Navidad a ti también, suegro -sonrió mientras colgaba el abrigo de su mujer. 
-Hola papá -añadió ella con voz amable-. Estuvimos quince minutos buscando dónde aparcar. Está imposible el tráfico por La Laguna. ¿Falta alguien más por llegar?
-Tu hermana, como siempre claro -intervino Abuela Nani desde la cocina. 

Pronto los padres de Sofía se acomodaron y la cena transcurrió repitiendo el guión de todos los años: los hombres se ponían al día de las novedades del mercado de invierno o de la comidilla política del momento mientras ellas charlaban de trivialidades de equiparable calibre. Sofía se había estado hipnotizado con el Whatsapp hasta que le sobresaltó el golpe que su padre dio en la mesa. Había atrapado a todos los comensales con su discurso acerca de Podemos. Estaría impresionada por su oratoria si no supiera que está parafraseando a Eduardo Inda y ayer lo pilló ante el espejo ensayando ese monólogo <<¡Será basto el muy...!>> Necesitaba alejarse de su asfixiante pedantería, necesitaba alejarse de todo eso, así que huyó al baño en busca de refugio. Al llegar, la puerta entreabierta mostraba a través del espejo a su madre de rodillas llorando frente al retrete. 

Sofía se quedó en shock, como si un coche cargase contra ella a toda velocidad y su cuerpo no respondiese. Durante un instante sopesó darse la vuelta, fingir que había visto gigantes en lugar de molinos y recuperar su asiento, pero un apagado sollozo de su madre la animó a entrar.
-Mamá... -susurró mientras cerraba la puerta detrás de sí. La señora Reymond había llegado con un elegante y discreto vestido de noche gris y se había planchado el pelo, dándole un peinado largo que descansaba sobre sus hombros y le brindaba un aspecto rejuvenecido. Pero ahora parecía una pobre caricatura de sí misma; las lágrimas hicieron lo que quisieron con su maquillaje y su melena parecía un esparadrapo amorfo como si se lo hubiese estado estrujando. Sofía no pudo sino abrazarla sin más durante un momento que le pareció un universo eterno. Se fijó en las manos de su madre, tenía lo que supuso que era un termómetro, hasta que se dio cuenta de qué era realmente y se sintió terriblemente estúpida. 
-No... No quiero... -susurraba doña Reymond con un hilo de voz ahogado. Entonces acarició con ambas manos las mejillas de su hija- Yo te quiero, cariño. Te quiero. Pero ahora no puedo, no puedo otra vez... 
-¿Qué pasa? -fue lo único que pudo decir, todas las palabras se atropellaban en su lengua y no conseguía hacerse una idea de qué podía decir, o qué debería decir.
-Si tu padre se entera de que estoy... Él simplemente no quiere oír hablar del divorcio, y ahora que estoy...
Entonces enterró la cabeza en el pecho de su hija para apagar sus gemidos. Su madre llevaba meses hablando a su marido del divorcio, pero su dependencia económica le impedía mudarse o separarse de él y el orgullo, o las pocas cenizas que de eso quedaban, y la preocupación por su hija la ataban a ese matrimonio. Ahora, con un segundo bombo en camino, el señor Reymond la tenía atrapada, había ganado. Juego, set y partido. 

Una rabia indómita se apoderó de Sofía y tras colocar la cabeza de su madre frente a la suya proclamó iracunda:
-Él no se va a enterar de una mierda. Vas a divorciarte y lo mandaremos a la mierda. 
-¿Y el bebé...? 
-No va a haber ningún bebé -respondió solemne. Se miraron entre sí durante un instante interminable en el que el tiempo se desintegra.



P.D: Feliz Navidad, fantasma.

viernes, 19 de diciembre de 2014

Física de los cuerpos -Lección I: Inercia

inercia.
(Del lat. inertĭa).

1. f. Mec. Propiedad de los cuerpos de no modificar su estado de reposo o movimiento si no es por la acción de una fuerza.


El cielo se meaba en los laguneros mientras él caminaba hacia la Avenida de Trinidad. Estudiar era ahora, con diferencia, lo que menos le apetecía hacer en el mundo por detrás de clavarse agujas bajo las uñas. Por eso iba a la biblioteca del campus central, en casa con tanta distracción le era imposible concentrarse y tras cinco minutos ojeando cansadamente los apuntes siempre se descubría comprobando los mensajes-que-no-le-mandan o quemando tiempo con algún vídeo de Youtube. Aunque no había ninguna razón en particular para ir a esa biblioteca, Dani había detectado que la proporción de ragazzes era por algún motivo exponencialmente mayor allí que en resto de facultades.

Un hormigueo en los pantalones. <<¡Ah coño! Es el teléfono>>, era papá.
-Hey pá -dijo con ánimo mal fingido.
-Dani -respondió autoritario-, necesito tu DNI. <<El muy capullo aún no se ha dado cuenta de que tenemos mil copias en casa>>.
-S-Sí, claro, claro. ¿Por qué?
-El cliente mío, el que tiene manga en la universidad del norte, te va a matricular en Derecho para el año que viene.
-Eh... <<Mierda.>> Hay una fotocopia de mi DNI en la mesa de noche de mamá, primer cajón. ¿Y tengo que hablar con él o algo así...?
-Ya está todo hablado -le cortó secante-. ¿Es lo que tú querías, no? <<NO MALDITO IMBÉCIL, ESO ES LA PUTA NUBE DE PALABRAS QUE TÚ ME OBLIGASTE A SOLTAR>> -¿Sigues ahí, bobo?
<<No. Di que no. NO. NO. NO. NO.>>
-Sí... Claro, claro -se repitió.
-Eso es lo que tú me habías pedido, así que luego no te pongas con historias que yo no quiero saber nada -dejó unos puntos suspensivos en forma de suspiro-. Nos vemos a la noche, no llegues tarde.
-Claro, claro...-la línea se cortó antes de terminar de hablar.

<<Claro, claro...>> Cruzó la calle y entró en el campus gimiendo como si reconociera que la Muerta ya está trazando cruces con tiza en su puerta. Sigue andando; camina por caminar, carne, huesos y respiración inconscientes, privado de voluntad, avanzando hacia la inercia, con el intelecto, la sensibilidad, la esperanza y la conciencia embotadas.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Trabajo de Inglés

It is singular and filth the story of Renton. Children at school always thought about him as a timid boy, hidden under a second skin. They picked on him when he flamed playing football, but he never used to get into trouble. As he remembers, he was Mum’s shiny boy.

Dad was beginning to enjoy drinking since they kicked him out of the factory “because they are just a bunch of fag godos”, as he said. He saw his first fights at home, so he used to go down to the clearing with the other boys to fly their bikes. There, he began to develop a liking to cigarette’s tough smell. A new friend appeared in his life: together, they took a kitten and woke up their homicide instincts.

After some years, talking about him a timid boy sounds weird. “He’s out somewhere, hurting” Mum said. He was no longer her shiny boy, but it didn’t matter to him. The world never shined at him anyway.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Yo fui ese hombre en otra vida, te lo digo yo

"La Naturaleza aún persistía en él y el lobo en su interior meramente dormía." -La Llamada de la Selva, Jack London.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Hay un fantasma por aquíii

Me he muerto de la vergüenza al descubrir que he tenido una lectura en toda la basura que he publicado en este dichoso blog. De verdad, había jurado que hace tiempo había activado un filtro privado para los post.



Reconozco que es un poco patético, pero por otro lado fue como una bendición del plácido penduleo del escroto del Santo Padre saber que a alguien le sigue interesando lo que diga, por muy absurdo e irrelevante que pueda ser en infinidad de veces. Dicho sea esto, deja de ojear por aquí. La verdad es que no sé quién eres, o si tan siquiera te conozco, pero estoy seguro de que tú tienes tu fuero interno en el que abstraes a doble voz y revives todo aquello que rompe tu monotonía y reflexionas sobre lo que fueron, son y podrían ser las cosas.

Esto es casi lo mismo, salvo porque va por código HTML y el menú de opciones no tiene ningún sentido. Lo uso para vomitar las flemas del pensamiento de un cuasiveinteañero rarito, llámalo rabieta en 400 caracteres. No es nada más que eso, y tu tiempo en este plano existencial puede dar mucho más de sí para que lo inviertas en leerme a mí. Te recomiendo personalmente que le eches un ojo a algún libro de Jack London, por ejemplo. ¡Jo! Qué tío era ese. Te encantará.

P.D: ¿Tienes idea de cómo hacer privado un blog? He estado mirando pero no me entero de nada.

lunes, 1 de diciembre de 2014

DILEMAS DEL PRIMER MUNDO

No sé realmente si ponerme a hacer crítica cinematográfica aquí, la verdad. Últimamente he estado viendo una infinidad de pelis, estoy intentando inculcarme el hábito. Y resulta que no paro de encontrarme con auténticas obras de arte por todos lados, y me encantaría tener un lugar donde comentar todo lo que se me ocurre al verlas.

A favor:
  • Ciertamente estaría bien conservar apuntado todo, solo por si alguna vez quiero revisar alguna película que viera hace tiempo. 
  • Puede que eso me sirva en un futuro profesionalmente. 
  • Porque en definitiva, me divierte.
En contra:
  • Eres ciertamente el único afiliado a este blog, y compartes el puesto de escritor y lector. Este hecho vuelve estúpida en sí la idea de postear cualquier cosa.
  • Te quitará tiempo de otras cosas.
  • Será un coñazo.
  • Es autocomplaciente que te cagas que intentes dártelas de crítico cinematográfico sin todavía haber estudiado apenas nada relativo a esta disciplina.
La resolución será publicada aproximadamente cuando me dé la gana.

Reuniones con el psicólogo

-¿Y has tenido mascotas?
-Sí. Un enorme husky siberiano cuando todavía vivía en Canarias.
-¿Y ahora quién se encarga de él?
-Ya no necesita que nadie se encargue de él. Murió atropellado poco antes de que viniera aquí.
-¿Influenció eso en tu decisión de irte?
-No. Ya lo había decidido mucho antes en verdad, aunque me apenó bastante. Yo lo paseaba a diario, ¿sabe? Era muy curioso. Allá en la Tierra de Perros los huskys no eran muy comunes, tienen demasiado pelaje para un clima tan cálido. La gente se apartaba recelosa y asustada por la acera al verlo. El animal nunca estuvo asilvestrado, y poco hacía realmente para ganarse ese trato, jamás mordió a nadie. Pero explícale eso a una pobre sexagenaria petrificada por unos amenazantes colmillos lupinos de semejante envergadura.
-¿Y tú cómo te sentías al ver sus reacciones?
-Bueno, me daban pena, ya sabe. Intentaba explicarles que no había nada de lo que preocuparse y tal, pero también era curioso a veces. Me miraban como si me pasease con una escopeta cargada. Como si en cualquier momento me pudiese dar por soltar a la bestia y ver cómo les ataca. Realmente me miraban como si fuese capaz de hacerlo. No es que quisiese hacerles ningún mal, aunque confieso que en cierta manera sentía envidia del embriagador aura de terror que irradiaba mi perro.
-El miedo no granjea respeto Octavio, más bien al revés. Para que te tomen en serio, debes demostrarles que eres una persona en la que se puede confiar. El miedo puede que ofrezca autoridad, pero cuando ya no haya lobo al que temer, dejaras de asustarles y pasarán a odiarte, a enfrentarse a ti. ¿No es eso lo que nos enseña la historia? Debes aprender a hacer que la gente confíe en ti.
-Si eres débil, sí. Puede que los reyes y presidentes tengan que ganarse el apoyo del populacho, pero yo no quiero ser uno de ellos. Son solo eso, débiles y delegadores. La historia nos demuestra que aquello a lo que más hemos temido los seres humanos es a aquello a lo que no podemos hacer frente y contra lo que toda resistencia se vuelve fútil. A eso lo llamamos dioses. Los paternalizamos y adoramos, porque no queda otra, porque les tememos. Yo no quiero ser quien lleve la correa del lobo, quiero ser el lobo.