frío, a.
Si hay algo que hay que saber de La Laguna es que es vieja y húmeda. En esta época del año especialmente el frío se agarra ferozmente a los huesos como una lapa. Pero como buen abanderado del capitalismo, el señor Fonseca había comprado la solución definitiva para endulzar sus glaciares noches: una manta eléctrica.
Él y su mujer estaban encantados con el cacharro. Era como dormir en un paréntesis cálido y mullido que te aislaba del invierno. Pero la obsolescencia programada, marca de la casa de la ingeniería del siglo XXI, con el tiempo había hecho de las suyas y un día el aparato evaporó su vida útil. Era la oscura y helada noche del 4 de enero, el señor Fonseca yacía tiritando en la cama mientras se acordaba de la familia de los taiwaneses que habían hecho la manta eléctrica <<¡Hijos de...! Con el frío que hace... Justo hoy encima... Hace fríiio a ver si cambiando de posición... ¡Cuánto frío hace por Dios! ¿Y habrá alguien ahora mismo en la calle? ¿Qué clase de masoquista estaría ahora mismo ahí fuera? Aunque... Bueno hay gente que no tiene más opción que dormir en la calle ¡Pobre gente! Con el frío que hace...>> En ese preciso instante se percató de que su esposa tiritaba en sueños.
-¿Tienes frío, mi amor? -susurró dulcemente sin obtener respuesta. Entonces se abrazó a su espalda y comenzó a acariciar su pelo, su cuello y más tarde su pecho. La señora Fonseca hizo un mohín <<¿Tendré las manos muy frías?>>. Lentamente ella se recostó frente a su marido y con un beso respondió a sus pensamientos.
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