Cuando colgué el teléfono la habitación quedó envuelta en un ominoso silencio. <<¿Está bien, no?>> me pregunto. No me respondo. Solo jodida nada a través del espacio de mi habitación. <<Está de puta madre>>, me convenzo a mí mismo.
Por fin había pasado, el momento que me alegraría la semana: me han dado curro. Había fantaseado en mi cabeza cómo sería mi reacción, saltos de celebración eufórica, abrazos con mi madre y en definitiva, un buen chute de alegría intravenosa. Pero si ésta pasó, lo hizo de puntillas, solo insípido silencio reina mi cuarto. No tardaré en hacerme uno con él. Más suerte la próxima vez, chaval.